¿Recuerdas dónde está el yeyuno? ¿Y para qué sirve? ¿Y el píloro? 

Dr. Fermín Mearin

Dr. Fermín Mearin

Director del Servicio de Aparato Digestivo, Centro Teknon, Barcelona

El tubo digestivo 

Se dice que el tubo digestivo comienza en la boca y termina en el ano, y es verdad. No obstante, los especialistas en aparato digestivo sabemos bastante poco de la boca y no mucho de la faringe; eso se lo dejamos a los odontólogos y a los otorrinolaringólogos    (bastante trozo nos queda a nosotros).

Además de lo que es el tubo digestivo propiamente dicho, hay que añadir a nuestra especialidad todos los órganos que contribuyen al proceso de la digestión: el páncreas, el hígado y la vesícula biliar, con sus conductos correspondientes. De hecho, los especialistas en aparato digestivo es como si tuviésemos dos especialidades: gastroenterología, que es la que tiene ver con las dolencias del tubo y anexos; y hepatología, la que se refiere a las enfermedades del hígado. Es divertido, y muy frecuente, que los pacientes se refieran a nosotros como estomatólogos (supongo que pensando en el estómago) pero lo cierto es que los estomatólogos son los dentistas u odontólogos, no los que nos dedicamos a “las tripas”. La palabra odontólogo proviene del griego “odous” u “odontos” que significa diente. La única relación de nuestra especialidad con los dientes es la masticación de los alimentos (o si alguien se traga una muela).

Pero volvamos a la anatomía del tubo digestivo: a nuestro mapa de carreteras interiores. Yo haré de GPS.  

El esófago

El esófago es un tubo que une la boca, o para ser más precisos la faringe, con el estómago. Mide entre 20 y 25 cm. (seguro que el de Pau Gasol mide más) y es el encargado de que los alimentos y las bebidas pasen de manera eficaz desde la boca hasta el estómago. En su extremos tiene dos válvulas: una entre la faringe y el esófago, y la otra entre el esófago y el estómago; les llamamos esfínteres y sirven para que tanto el sólido como el líquido puedan pasar hacia abajo pero no en la dirección contraria.

El estómago

A continuación del esófago viene el estómago. En los libros de texto siempre se dice que “tiene forma de gaita”. No sé si esto aclara mucho las cosas: los niños de hoy en día es más fácil que hayan visto un estómago que una gaita.

El estómago sirve fundamentalmente para mezclar y triturar los alimentos, digerirlos mediante el ácido gástrico, y vaciarlos de forma controlada. Para esta última función es imprescindible la contribución de otra válvula (otro esfínter), localizado a la salida del estómago; se le llama píloro. La gente se arma un poco de lio con el píloro y el cardias. El cardias es el esfínter que se encuentra entre el esófago y el estómago. El cardias está entre el estómago y el duodeno. Esto no es muy importante, y se puede olvidar, pero queda elegante en la consulta del gastroenterólogo (digo yo).

El intestino delgado

Y aquí viene el duodeno: el primer segmento del intestino delgado, con una longitud aproximada de 25 cm. En este segmento continúa la digestión de los alimentos gracias a los jugos que se vierten desde el hígado y la vesícula (bilis), y desde el páncreas (enzimas pancreáticas). Esta primera parte del intestino es básica para absorber elementos tan importantes como el hierro y el calcio.

¿Después del duodeno está el …? Ay, de esto sólo se acuerdan unos pocos. Si usted es uno de ellos, felicidades. Sí, después del duodeno continúa el intestino delgado con dos segmentos muy largos: el yeyuno y el íleon. Recuerde que el intestino delgado tiene una longitud total de 5-7 metros y que aquí se produce la asimilación de la mayoría de los nutrientes así como de vitaminas y minerales. La tercera parte del intestino delgado, el Íleon, es fundamental para  absorber las sales biliares y la vitamina B-12.

El intestino grueso

Tras este largo recorrido de la ingesta por el intestino delgado, los alimentos (o lo que queda de ellos) pasan al intestino grueso. A esta última parte del intestino también se le llama colon, y tiene a su vez varios segmentos: colon ascendente, colon transverso, colon descendente, sigma y recto. Antes se creía que el intestino grueso era un órgano bastante “tonto” y que sólo servía para absorber agua (pobrecillo). En la actualidad, y con todo este “boom” de la microbiota, sabemos que el colon tiene funciones de absorción de nutrientes, metabólicas e inmunitarias. Pero eso es harina de otro costal.

¿Y al final qué? Al final otro esfínter: el ano. Un esfínter tan importante que condiciona nuestra vida digestiva y social. Un esfínter que, cuando falla, nos puede complicar mucho la vida.   

Como la vida misma

Los médicos hablamos raro. Es verdad, hablamos muy raro (y escribimos peor). Y eso no es casualidad. Durante siglos los sanitarios hemos utilizado un lenguaje llego de términos griegos y latinos para que resultara indescifrable para los pobres pacientes. Así el médico parecía más inteligente, más sabio y más importante. No hace muchos años se oían frases como: “Este doctor debe saber mucho, no se le entiende nada”.

Por suerte, las cosas han cambiado y actualmente la relación médico-paciente es menos paternalista y mucho más igualitaria. Si un médico se explica mal y el paciente no le entiende es el médico el que debe rectificar. Los enfermos no tienen por qué conocer los términos científicos ni avergonzarse de cómo explican su anatomía o sus dolencias.

Es claro que el “estógamo” es el estómago, los “istentinos” los intestinos, “la punta del intestino” o “el aro” el ano, y las “almorroides” (excelente contracción ente almorranas y hemorroides) las hemorroides. Somos los médicos los que tenemos que entender a los pacientes, y no al contrario. Eso o que Google desarrolle un traductor médico-paciente.

Este es un blog informativo, que no pretende servir de foro interactivo. Lamentamos no poder incluir sus preguntas y comentarios, y responder a sus dudas. Espero que le sea útil y gracias por su colaboración.