
Dr. Fermín Mearin
Director del Servicio de Aparato Digestivo, Centro Teknon, Barcelona

Alergia, malabsorción e intolerancia alimentaria.
Es muy frecuente que los pacientes relacionen determinados síntomas digestivos con la ingesta de algunos alimentos. Este hecho puede deberse a diversos motivos: en algunas ocasiones es la consecuencia de una auténtica alergia alimentaria, en otras es debida a una malabsorción de ciertos carbohidratos, en muchos casos se trata de una intolerancia a determinados alimentos, y – a menudo – sólo es el fruto de la casualidad.
A este respecto hay que recordar que se define como alergia alimentaria la respuesta inmunológica inducida por las proteínas de algunos alimentos. Se distingue de la intolerancia alimentaria (que es mucho más frecuente) porque ésta es una reacción no inmunológica producida por los constituyentes de algunos alimentos como las toxinas o agentes farmacológicos (por ejemplo, la cafeína). Por otro lado, la malabsorción es el defecto de la absorción de los nutrientes desde la luz intestinal hasta la linfa o la sangre, y el término maldigestión se reserva para los casos en que la absorción intestinal se halla alterada como consecuencia del déficit de determinados fermentos digestivos.
La malabsorción de lactosa se produce por la deficiencia de lactasa en la mucosa intestinal, y puede ser congénita o adquirida (ver sección correspondiente). Existen importantes diferencias raciales en cuanto a su incidencia. Así, en adultos de raza blanca del norte de Europa es del 5%, en España del 15-30%, y en los americanos de raza negra, bantúes y razas orientales del 60-90%.
Otros azúcares, como la fructosa o el sorbitol, también pueden ser causa de malabsorción y síntomas gastrointestinales. El sorbitol y la fructosa se encuentran presentes – en distintas proporciones – en la fruta; también se utilizan como edulcorantes de bebidas, mermeladas, productos dietéticos y para diabéticos. Grandes cantidades de sorbitol provocan diarrea incluso en sujetos sanos.
Diagnóstico
Para establecer que alimentos producen una alergia alimentaria es necesario hacer análisis de sangre específicos y, frecuentemente, pruebas de provocación en la piel.
La prueba más eficaz y sencilla para el diagnóstico de malabsorción alimentaria es el test del aliento. Consiste en obtener muestras de aire espirado (soplando) tras la administración de una cantidad conocida del hidrato de carbono a estudiar (lactosa, fructosa, sorbitol, etc)..
No hay ninguna prueba que sea verdaderamente útil para establecer las intolerancias alimentarias (“qué alimentos sientan mal”).

Utilidad (inutilidad) de los tests diagnósticos de intolerancias alimentarias
Existen numerosos tests de intolerancias a alimentos que se pueden encontrar en farmacias, centros de medicina alternativa, gimnasios e incluso peluquerías, pudiendo ser adquiridos directamente por los pacientes. No existen datos científicos que hayan demostrado la utilidad de estas pruebas. De hecho, los resultados engañosos de los test de intolerancia no probados pueden dar lugar a consejos equívocos que lleven a los pacientes a someterse restricciones dietéticas inadecuadas y excesivas, pudiendo ocasionar daños nutricionales. Además, el retraso en realizar técnicas de diagnóstico y tratamientos más efectivos puede conducir a mayores molestias para el paciente.
No hay ninguna sociedad clínica de prestigio internacional que apoye el uso de estos tests de sensibilidad alimentaria. Son desaconsejadas, entre otras, por la European Academy of Allergology and Clinical Immunology (EAACI), la American Academy of Allergy, Asthma and Immunology (AAAAI), la British Society for Allergy and Clinical Immunology (BSACI), la Academia Española de Nutrición y Dietética (AEND), la Sociedad Andaluza de Patología Digestiva (SAPD) o la Asociación Española de Gastroenterología (AEGE).
De qué tests estamos hablando
Test de intolerancia a la histamina
Existe la hipótesis que la intolerancia a la histamina es debida a un desequilibrio entre la ingesta y la degradación de la histamina a nivel intestinal y hepático. Sin embargo, no hay datos científicos que la demuestren ni establezcan su relación con los síntomas digestivos.
Hay al abasto varios tests que supuestamente valoraran la intolerancia a la histamina, pero ninguno ha alcanzado evidencia científica como para ser recomendado en la práctica clínica.
La medición de la DAO (diamina-oxidasa) en suero se ha postulado como una de las opciones en el diagnóstico para la intolerancia a la histamina. No obstante, no ha llegado a ser validado mediante estudios científicos de calidad que sugieran su uso clínico estándar para establecer su relación con los síntomas digestivos.
La medición de la histamina en heces, suero y orina tampoco ha sido útil en ninguno de los estudios en que se ha valorado.
Podría ser de cierto interés el test de provocación oral, que se realiza evaluando la aparición de síntomas tras ingerir una cantidad conocida de histamina (75 mg). El principal problema de esta prueba es que también induce síntomas en los controles sanos. Por lo tanto, tampoco se recomienda su utilización.
Test de inmunoglobulina G (IgG) para alimentos
Este test se ha popularizado mucho en los últimos años. Se realiza en sangre y (supuestamente) se basa en que la presencia de anticuerpos tipo IgG (y/o IgG4 específicos) frente a determinados alimentos permitiría demostrar las intolerancias a múltiples alimentos y aditivos. Lo cierto es que la producción de IgG e IgG4 específica a alimentos comunes es un hecho normal, y no identifica intolerancias alimentarias.
En consecuencia, un uso inapropiado de este test solo predispone a falsos diagnósticos y dietas de restricción innecesarias, empeorando la calidad de vida de los pacientes.
Otros tests sin ninguna utilidad
No merecen muchos comentarios (sólo presentarlos para que nadie los haga):
Test Vega: en teoría se basa en registrar las variaciones de las corrientes eléctricas en el cuerpo cuando se sitúa un alérgeno encapsulado en un circuito cerrado entre la mano del paciente y un punto de acupuntura en los dedos.
ALCAT test: consiste en valorar la variación en la forma de los leucocitos de una muestra de sangre al microscopio tras la incubación con extractos alimentarios.
Iridología: refiere la práctica de diagnosticar afecciones a través de la examinación de los patrones de iris.
Kinesiología: basado en que la exposición a diferentes alérgenos provoca una variación o reducción, en la fuerza muscular que es lo que se mide.
Test de la voz: supone que los diferentes órganos se comunican entre ellos a través de ondas de sonido por la vibración que éstos provocan.
Test del pulso: refiere que un aumento en la frecuencia del pulso al tomar un determinado alimento puede indicar una intolerancia al mismo.
Análisis del pelo: se analiza una pequeña cantidad de pelo y se compara con una base de datos para identificar la intolerancia o la hipersensibilidad.
¿Por qué los médicos especialistas en Aparato Digestivo están en contra de estas pruebas?
Los médicos especialistas en Aparato Digestivo NO están en contra de estas pruebas. Tan sólo queremos dejar claro, desde un punto de vista científico, que no son ni eficaces ni útiles. Como médicos, nos encantaría que hubiese una prueba que pudiese identificar qué alimentos tolera o intolera una determinada persona. Pero, desgraciadamente, esa prueba (para un número generalizado de alimentos) actualmente no existe.
Además, tal y como se comentado anteriormente, estos tests proporcionan resultados engañosos que llevan a realizar dietas innecesarias, inútiles y, a veces, perjudiciales.
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