
Dr. Fermín Mearin
Director del Servicio de Aparato Digestivo, Centro Teknon, Barcelona

La diarrea crónica es un problema muy frecuente, llegando a afectar al 1-5% de la población. Puede ser aguda o crónica, y deberse a múltiples causas. La diarrea implica, en general, la existencia de una alteración en el transporte de agua y electrolitos. El intestino delgado, y sobre todo el colon, absorben el 99% del líquido procedente de la ingesta y de las secreciones digestivas. Todo ello supone unos 10 litros de fluidos al día, de tal modo que una pequeña reducción de la absorción de agua en el intestino ya puede ser causa de diarrea.
¿Tengo diarrea?
Se considera que una persona tiene diarrea cuando realiza tres o más deposiciones al día, generalmente asociadas a una menor consistencia de las heces (pastosas, blandas o acuosas). A menudo vienen acompañadas de imperiosidad o urgencia defecatoria. Otras definiciones basadas en el peso de las heces (mayor de 200 g/día) son poco prácticas.
Cuando la diarrea dura menos de 4 semanas es considerada como aguda, mientras que si su duración es superior se la clasifica como crónica. Este límite es bastante arbitrario y puede variar dependiendo del caso.
Algunos pacientes presentan un aumento en la frecuencia de las deposiciones pero con una consistencia normal; es la llamada pseudodiarrea.
Mecanismos por lo que se produce la diarrea
Los mecanismos por lo que se produce la diarrea pueden ser diversos: 1. Presencia de sustancias no absorbibles dentro del intestino que reducen la absorción de agua; es la llamada diarrea osmótica. El ejemplo más claro y frecuente es la malabsorción de azúcares como lactosa, fructosa o sorbitol. Este tipo de diarrea cede con el ayuno. 2. Alteración en la absorción intestinal por daño de la mucosa, como ocurre en la enfermedad celiaca, o irritación de la misma; se denomina diarrea secretora. 3. Inflamación directa del intestino. Ejemplos típicos son la colitis ulcerosa y la enfermedad de Crohn, y suelen manifestarse además con la presencia de sangre y moco en las heces; lógicamente es la llamada diarrea inflamatoria, 4. Movimiento excesivamente rápido del tránsito intestinal, como puede ocurrir en algunos pacientes con hipertiroidismo; en esta clasificación es la diarrea motora. Hay que tener en cuenta que esta división es útil desde el punto de vista práctico pero que en muchos pacientes se combinan varios mecanismos.
¿Cuál puede ser la causa de mi diarrea?
Como se ha dicho anteriormente las causas de diarrea son múltiples. Es importante establecer un diagnóstico correcto para realizar un diagnóstico apropiado. Por tanto, acudir a un buen médico es fundamental. No es cuestión de asustarse pero no deje pasar excesivo tiempo si padece una diarrea crónica.
No obstante, aquí se muestran algunas pistas que pudieran ser orientativas:
La edad es un factor a tener en cuenta. La probabilidad de que la causa de la diarrea sea un tumor es mayor a partir de los 50 años. Sin embargo, entre adolescentes y jóvenes es fundamental investigar si el origen es una malabsorción o un exceso de azúcares fermentables: refrescos sin azúcar que contienen jarabe de maíz o fructosa y/o dulces, chicles y golosinas “que contienen sorbitol.
Las causas de diarrea también varían dependiendo del género. En la mujer es más frecuente el síndrome del intestino irritable, la enfermedad celiaca y la colitis microscópica.
Ciertos alimentos pueden inducir diarrea, ya sea por malabsorción (lactosa, fructosa, sorbitol) o por abuso (cafeína, alcohol, fructosa, sorbitol). A veces es muy fácil establecer una relación entre la ingesta de estos alimentos y la aparición de los síntomas, pero otras no lo es tanto.
El tabaco aumenta el riesgo de cáncer de colon y de páncreas, así como de colitis microscópica. El abuso de alcohol también puede estar involucrado en casos de diarrea crónica.
Aquellas personas que han sido operadas de la vesícula biliar, o han tenido otras cirugías digestivas, sufren con mayor frecuencia diarrea. En el caso de la radioterapia, las lesiones intestinales y sus manifestaciones pueden aparecer años después de la irradiación.
Muchos medicamentos pueden producir diarrea. Entre ellos cabe destacar: antibióticos, antiinflamatorios, colchicina (para la gota), metformina (antidiabético oral), olmesartan (antihipertensivo), sertralina y otros antidepresivos, etc. Es fundamental establecer una relación temporal entre el inicio de la toma de un nuevo fármaco y la aparición de la diarrea.
¿Me tengo que hacer pruebas?
Dependiendo de las características de la diarrea, de su gravedad, de la edad del paciente y de la presencia o ausencia de factores de riesgo el médico pedirá unas u otras pruebas para conocer su causa. Muy probablemente se prescribirá un análisis de sangre que aportará datos sobre el impacto de la diarrea en el estado general y ofrecerá pistas sobre su diagnóstico. Si existe sospecha de enfermedad celiaca se añadirán pruebas para descartarla o confirmarla.
Realizar una colonoscopia será adecuado si el paciente tiene más de 50 años, existen antecedentes familiares de cáncer de colon, hay sangre en las deposiciones o existen síntomas de alarma tales como anemia, pérdida de peso, o algún hallazgo sospechoso en la exploración física. En otros casos, la determinación en las heces de una proteína procedente de los leucocitos (calprotectina) es de gran utilidad para conocer si hay o no inflamación intestinal; en el caso de estar elevada hay que realizar la colonoscopia.
La posibilidad de que la diarrea sea de origen infeccioso es mucho menor en la crónica que en la aguda. No obstante, es útil hacer análisis en heces para buscar Giardia lamblia u otros parásitos. En raras ocasiones pueden encontrarse Campylobacter o Salmonella como origen de una diarrea persistente.
En cualquier caso, es el médico el que, de acuerdo a las características del paciente y del proceso diarreico, debe indicar las pruebas a realizar en casa caso.
¿Qué hacer en un caso de diarrea crónica?
La diarrea persistente es un motivo claro para acudir al médico. Esto no quiere decir que todas las causas de diarrea crónica sean peligrosas, pero seguro que alteran la calidad de vida. Es prioritario buscar un diagnóstico certero y un tratamiento adecuado. Estos serán diferentes si dependiendo de si se sospecha o no una patología orgánica o un trastorno funcional. En cualquiera de los casos, el manejo debe de ser integral y requiere una adecuada valoración de aspectos físicos, psicológicos, de estilo de vida y necesidad de tratamiento.
