
Dr. Fermín Mearin
Director del Servicio de Aparato Digestivo, Centro Teknon, Barcelona

El embarazo debería ser una época feliz para la mujer, en la que espera con ilusión el nacimiento de su hijo. Sin embargo, en algunas ocasiones aparecen síntomas digestivos que pueden hacer molesto este periodo. Así, es frecuente que las mujeres embarazadas padezcan náuseas, ardores, estreñimiento, etc. Los motivos por los que aparecen estos síntomas son múltiples, pero están muy relacionados con los cambios hormonales.
Ardores durante el embarazo
Los ardores (lo que los médicos llamamos enfermedad por reflujo gastroesofágico –ERGE-) aparecen aproximadamente entre el 30 y el 70% de las mujeres embarazadas. De forma mayoritaria los estudios demuestran que su frecuencia aumenta conforme el embarazo está más avanzado, aunque también pueden estar presentes en el primer y segundo trimestre. En una investigación realizada en mujeres inglesas embarazadas se comprobó que los ardores estaban presentes en el 22% durante el primer trimestre y hasta en el 72% durante el tercer trimestre. Afortunadamente, las complicaciones de la enfermedad por reflujo durante la gestación, como el desarrollo de esofagitis son raras, y en cualquier caso, los síntomas debidos al reflujo gastroesofágico están limitados al periodo del embarazo, desapareciendo en la mayoría de casos con posterioridad al parto sin dejar secuelas ni en la madre ni en el feto.
¿Por qué se producen los ardores durante el embarazo?
Los principales mecanismos por los que se produce reflujo gastroesofágico durante el embarazo son: 1. Disminuye la fuerza (la presión) de la válvula que separa el estómago del esófago y que impide el paso del ácido gástrico; 2. El estómago se vacía más lentamente; 3. Aumenta la presión en el abdomen por el tamaño del útero gestante. Por suerte, estas alteraciones son transitorias y desaparecen después del parto.
Las hormonas sexuales femeninas (tanto los estrógenos como la progesterona) son las causantes de la disminución de la fuerza de la válvula que separa el estómago del esófago, lo que permite que el ácido ascienda y produzca los ardores. A su vez, el enlentecimiento del vaciado del estómago puede ser causa de reflujo gastroesofágico, y en las mujeres embarazadas se ha podido también observar un vaciamiento gástrico retardado, probablemente mediado por el efecto de la progesterona sobre la musculatura gástrica. Por último, el aumento de la presión dentro del abdomen causada por el progresivo tamaño del útero gestante ha sido uno de los mecanismos que históricamente se ha considerado responsable del incremento de los ardores durante el último trimestre del embarazo.
¿Hay que hacer alguna prueba cuando se tiene ardores durante el embarazo?
La historia clínica suele ser suficiente para diagnosticar una enfermedad por reflujo en las pacientes embarazadas, y en el caso en que fuese necesario, se puede realizar una endoscopia digestiva para completar el estudio diagnóstico. Sin embargo, en la inmensa mayoría de casos no es necesario realizar ninguna prueba, pues los síntomas más frecuentes como los ardores y la regurgitación tienen suficiente valor diagnóstico. Por otra parte, la presencia de complicaciones es excepcional, por lo que podemos realizar tratamiento médico sin que sea necesario realizar pruebas.
¿Cuál es el tratamiento de los ardores durante el embarazo?
El tratamiento de los ardores en las mujeres embarazadas está limitado por los potenciales efectos adversos de los distintos fármacos sobre el feto. Por otro lado, estos efectos adversos sólo han podido estudiarse en animales, por lo que los datos son orientativos, y en ningún caso totalmente extrapolables al ser humano. Por todo esto, debe insistirse inicialmente en las medidas más naturales y el control de la dieta. Entre estas medidas se encuentran el elevar el cabezal de la cama, realizar comidas repetidas y de pequeño volumen, o evitar comer o beber en las tres horas previas a acostarse. En el caso en que estas medidas no sean suficientes pueden utilizarse como primera medida fármacos que no tengan efecto sistémico, como los antiácidos o el sucralfato.
Cuando los síntomas no se controlan con los fármacos antes descritos debemos plantear el uso de sustancias que actúen por vía general, inhibiendo la secreción de ácido gástrico. Durante muchos años se utilizó la ranitidina. Así, los estudios experimentales realizados en animales demostraron que no atraviesa la placenta, no se excreta en la leche materna y carece de efectos importantes sobre el feto. La FDA (agencia americana que controla los medicamentos) ha catalogado a la ranitidina y la famotidina como fármacos bastante seguros durante el embarazo. Sin embargo, desde hace un año la ranitidina ha sido retirada del mercado debido a que contienen N-Nitrosodimetilamina (NDMA). Por tanto, como alternativa, pueden emplearse la famotidina, especialmente a partir del segundo trimestre, aunque no existe tanta experiencia como con ranitidina en su utilización durante el embarazo.
En lo que se refiere a los inhibidores del ácido más potentes (tipo omeprazol) son los fármacos que han demostrado controlar de forma más eficaz cualquiera de las manifestaciones clínicas de la enfermedad por reflujo en la población general. El omeprazol fue el primero en aparecer de los fármacos de esta familia, y es con el que más experiencia clínica hay. Se han publicado casos en los que, bien fuese por exposición materna accidental al omeprazol durante el primer trimestre del embarazo o por su indicación médica para el tratamiento de situaciones graves de hiperacidez, se ha utilizado sin que se detectasen alteraciones en la gestación ni en el recién nacido. Además, un análisis en más de 1500 mujeres embrazadas n datos sobre un estudio que incluía a 113 mujeres que durante el embarazo habían tomado omeprazol concluyó que no había un incremento del riesgo de malformaciones fetales, de abortos espontáneos, de un menor peso fetal, ni de complicaciones perinatales. Por otro lado, los estudios realizados en animales de experimentación con lansoprazol, pantoprazol y rabeprazol tampoco han demostrado que tengan efectos perjudiciales sobre el feto.
Así, todo indica, que los inhibidores del ácido, y específicamente el omeprazol, tienen un adecuado perfil de seguridad durante el embarazo.
En cualquier caso, si usted tiene alguna duda consulte a su médico.
Gill SK, O’Brien L, Einarson TR, Koren G. The safety of proton pump inhibitors (PPIs) in pregnancy: a meta-analysis. Am J Gastroenterol. 2009;104:1541-5.
¡Feliz embarazo!
