No te matan, pero te hacen la vida complicada

Dr. Fermín Mearin

Dr. Fermín Mearin

Director del Servicio de Aparato Digestivo, Centro Teknon, Barcelona

Los dichosos gases

Una de las quejas más frecuentes de los pacientes que acuden al médico especialista en aparato digestivo, o al médico general, son los gases. El acúmulo excesivo de gases en el intestino se puede producir por muchos y muy diversos mecanismos.

Las molestias que produce el acúmulo de gases son fundamentalmente tres: 1. Hinchazón (o distensión) del abdomen; 2. Excesivos eructos; y 3. Excesivas ventosidades.  Debemos recordar aquí que tanto el eructo como la ventosidad son procesos normales; eso sí, cuando se producen en cantidad «normal» y en el lugar adecuado. (No quiero yo que, después de leer este libro alguno de ustedes me acuse de la pérdida de sus amistades).  

¿Por qué se producen los gases?

A mí me gusta considerar a los gases intestinales más como un tema de contabilidad que como un problema médico. (?). Sí, vamos a hacer cuentas, ¿qué cantidad de gas se queda dentro del tubo digestivo? ¿Difícil? No, fácil: lo que entra menos lo que sale. Era “de Perogrullo” pero a usted no se le había ocurrido, ¿o sí?

Bueno, sigamos: ¿pero qué es lo que entra? El gas digestivo proviene, por una parte, del gas que ingerimos con las comidas y con las bebidas. Hay alimentos que son especialmente flatulentos (flato viene del latin flatus, que quiere decir viento) tales como la lechuga, las judías blancas, los garbanzos, las coles, el repollo, etc. (si esto fuese una pregunta del 1, 2, 3, podríamos dar muchas más contestaciones entre usted y yo). Por otra parte, muchas bebidas contienen gas: refrescos, cava, cerveza, aguas minerales, etc.

 

🙂 Ya, ya, pero yo ni como ni bebo esas cosas y continúo teniendo muchos gases ¿de dónde provienen?

 

Es cierto que también hay una parte del gas intestinal que se produce en el propio tubo digestivo, durante la reacción de los ácidos del estómago con otras sustancias. Además, en determinadas enfermedades el intestino es incapaz de absorber algunos azúcares y se produce una cantidad importante de gas endógeno (que proviene del propio intestino). Este sería el caso de pacientes con enfermedad celiaca o con deficiencia para absorber la lactosa (productos lácteos) o con malabsorción de azúcares.

 

🙂 Pero yo tampoco tomo esas cosa, entonces ….

 

Aquí quería yo llegar: Probablemente la causa más frecuente de acúmulo de gas intestinal es la deglución excesiva de aire ¡Sí! La aerofagia, que significa tragar aire. Naturalmente esta deglución de aire se produce de forma inadvertida. Todos tragamos algo de aire al respirar, al hablar, al comer; pero hay verdaderos devoradores de aire. Se traga mucho más aire cuando se está nervioso, cuando se come excesivamente rápido, cuando se mastica mal o cuando se respira por la boca. Fumar, mascar chicle o comer golosinas incrementa enormemente la cantidad de aire acumulada.

Además, en ocasiones, el fenómeno de deglutir aire y eructarlo se convierte en un acto automático e inconsciente: como si fuese un tic (o una manía). El paciente, al notarse aire en el esófago o el estómago y la dificultad para expulsarlo, traga aire con la intención de favorecer el eructo. Lo que suele ocurrir es que el efecto deseado no se produce: aún se queda más aire retenido, con lo que el paciente traga más aire y se eterniza este círculo vicioso.   

¿Y cómo se elimina el gas?

¿Obvio? Quizá, no tanto. No sólo se expulsa «por arriba» y «por abajo». También se absorbe (y en gran cantidad) a lo largo del tubo digestivo, y pasan al torrente sanguíneo. He aquí la parte del “debe” de nuestro libro de contabilidad gaseosa.

 

Pero en este libro, como en otros muchos libros de contabilidad, hay algunas trampas y por eso no siempre cuadran las entradas con las salidas. A veces el gas puede quedar retenido, produciendo hinchazón, porque los movimientos intestinales son demasiado lentos; esto ocurriría en algunos casos de estreñimiento. Pero, además, para mayor complicación el dueño del negocio (usted o yo) no percibe siempre de igual manera las «ganancias»; es decir dos personas que acumulan (que retienen) la misma cantidad de gas no tienen porqué tener las mismas molestias. Y esto se debe a que la sensibilidad del intestino, al igual que la de cualquier otra parte del cuerpo, es distinta en las diferentes personas: unos tienen un intestino más sensible y otros lo tienen más insensible.  

 

Ahora, hagamos balance. ¿Ingerimos demasiado gas? ¿Tragamos aire sin darnos cuenta? ¿Expulsamos poco? ¿Se queda retenido? Que cada uno lleve al día su libro de contabilidad; sólo así se pueden sacar las cuentas y mejorar los resultados.

Los dichosos gases

¿Cómo se puede solucionar?

La solución depende de cuál sea la causa y, tal como se ha comentado anteriormente, en bastantes casos las causas son múltiples. ¿Deglución inadvertida de aire? ¿Excesiva fermentación intestinal? ¿Malabsorción de carbohidratos? ¿Enfermedad celiaca?

Es fundamental comer despacio y masticar bien; no fumar; y evitar y tratar la ansiedad.

Es importante recordar que no hay que excederse con las comidas ricas en fibra. Si bien es cierto que “la fibra es sana”, es la fuente principal de fermentación intestinal y producción de gases.

En los casos de malabsorción de lactosa, fructosa, sorbitol o gluten (enfermedad celiaca) realizar la dieta adecuada.

En muchos casos el exceso de gases y la hinchazón se solucionan con las medidas antes indicadas, pero en otros es preciso dar algún medicamento. Los más utilizados son los antiespumantes (para disminuir el gas), los procinéticos (para mejorar los movimientos del tubo digestivo). La simeticona es el más empleado y no tiene efectos adversos, pero su eficacia es muy limitada.

En ciertas ocasiones se utilizan antibióticos específicos, que actúan sólo en el intestino, con la intención de disminuir las bacterias que producen gases por la fermentación de los alimentos.

Los dichosos gases
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