(Mejor no lo mire en Internet)

Dr. Fermín Mearin
Director del Servicio de Aparato Digestivo, Centro Teknon, Barcelona
Es posible que a usted le hayan realizado una gastroscopia, por tener reflujo, molestias en el estómago, o cualquier otro motivo. Si en el informe han escrito “esófago de Barrett”: ¡menudo susto!. No sé si el médico le ha explicado mucho, poco o nada sobre el esófago de Barrett, pero si lo va a buscar a Internet se va a encontrar con …. cáncer de esófago.
¿Y eso es verdad? ¿Si tengo esófago de Barrett puedo terminar con cáncer?
Déjeme que primero le explique algunas cosas:
El esófago de Barrett (con dos erres y dos tés; desconfíe del médico que lo escribe mal) es la consecuencia del reflujo gastroesofágico, y consiste en la presencia de metaplasia intestinal en la mucosa esofágica (algunas células en el esófago han sido reemplazadas por otras que se parecen a las intestinales). Esto, en sí mismo, no es importante; debido al reflujo las células de tipo esofágico pueden reemplazarse por células de tipo intestinal, de tipo gástrico o de tipo cardial. Lo importante es que la primera puede suponer un riesgo futuro de adenocarcinoma esofágico, y las otras dos no, y que los tres tipos son indistinguibles en la endoscópica, y solo se diferencian al analizar las biopsias.

¿Y por qué tengo yo esófago de Barrett?
No se conoce con precisión el motivo por el que aparece el esófago de Barrett, pero si se sabe que es multifactorial: además del reflujo gastroesofágico influyen factores genéticos, factores ambientales y de estilo de vida. De hecho, hay muchas personas con reflujo que nunca lo desarrollarán.
Todo parece indicar que el cambio celular en el esófago, de las células normales esofágicas a otro tipo de células (intestinales, gástricas o cardiales), es favorecido por el proceso de inflamación por reflujo seguido de cicatrización, repetido muchas veces. A este cambio celular se le llama metaplasia.
La palabra metaplasia proviene del griego: metá, con el significado de “cambio” o “transformación”; y plasía, en origen “algo moldeado o formado”, y en griego científico, “formación o agregado celular”.
RGE → inflamación → cicatrización → RGE → inflamación → cicatrización → RGE → inflamación → cicatrización → RGE → inflamación → cicatrización → RGE → inflamación → cicatrización → metaplasia.
Si en el informe se escribe “esófago de Barrett”, aunque posteriormente no se confirme en las biopsias, el paciente quedará aterrorizado al buscar la información en Google. Sin duda, es más correcto informar como “presencia de metaplasia en el esófago” y, posteriormente, el resultado de las biopsias determinará el tipo de metaplasia y si es Barrett o no. Tan sólo se debe llamar esófago de Barrett a la presencia de metaplasia intestinal, pero no a la gástrica o cardial. Y este hecho es muy importante ya que, como se ha mencionado anteriormente, sólo la primera puede suponer un riesgo futuro de adenocarcinoma esofágico, perro las otras dos no. A este respecto hay dos errores que muchos médicos cometen: 1. Escribir en el informe de la endoscopia esófago de Barrett sin esperar al resultado de las biopsias (recordar que los tres tipos de metaplasia son indistinguibles por la endoscopia); y 2. Incluir a la metaplasia gástrica o cardial en el diagnóstico de esófago de Barrett.
A mí me han encontrado un verdadero esófago de Barrett (con metaplasia intestinal en las biopsias) ¿Quiere eso decir que estoy cerca de tener cáncer de esófago?
No. No. No. La mayoría de los pacientes con esófago de Barrett nunca desarrollarán un cáncer de esófago. Es necesario que, además de la presencia de metaplasia intestinal, se tengan en cuenta otros factores importantes:
- Longitud de la metaplasia: Barrett largo (> 3 cm)
- Antecedentes familiares de adenocarcinoma de esófago
- Género masculino
- Ingesta excesiva de alcohol
- Obesidad
- Hábito de fumar
Todos estos factores, individual o conjuntamente, favorecen la progresión de esófago de Barrett a adenocarcinoma de esófago. Por el contrario, su ausencia – y muy especialmente la presencia de Barrett corto (< 3 cm) o ultracorto (sólo mm) -, lo hace altamente improbable.

¿Y cómo se pasa de tener un esófago de Barrett a tener un cáncer de esófago?
Insisto en que, en la mayoría de los pacientes con esófago de Barrett, no se producirá ninguna progresión. Además, si esta se produjera no es de manera inmediata ni rápida. No hay “un salto” si no que existen etapas intermedias entre las que transcurren meses o años. Estas etapas se llaman displasias y, en términos llanos, quiere decir que las células son algo raras (aunque no cancerosas).
La palabra diplasia proviene del griego: dis, que indica “’anómalo o anormal”; y plasía, en origen “algo moldeado o formado”, y en griego científico, “formación o agregado celular”.
Por tanto, una vigilancia adecuada permite identificar si hay o no progresión (si hay células raras) y “coger a tiempo” el proceso.
Posibilidades de evolución de la metaplasia en el esófago:
Metaplasia gástrica → No progresión
Metaplasia cardial → No progresión
Metaplasia intestinal → Sólo en algunos casos progresión
Metaplasia intestinal → Displasia de bajo grado → No más progresión
Metaplasia intestinal → Displasia de bajo grado → Displasia de alto grado → No más progresión
Metaplasia intestinal → Displasia de bajo grado → Displasia de alto grado → Neoplasia
La palabra neoplasia proviene del griego: significa «crecimiento anormal en un tejido orgánico». Sus componentes léxicos son: el prefijo neo- (nuevo), plassein (formar, moldear) y -sis (sufijo que indica acción), más el sufijo -ia (cualidad).
Tratamiento del esófago de Barrett
El tratamiento fundamental del esófago de Barrett es el del RGE; es decir, evitar al máximo el paso del ácido gástrico al esófago para así impedir el proceso de inflamación, cicatrización, inflamación, cicatrización, … Para ello se utilizan los inhibidores del ácido (omeprazol, pantoprazol, lansoprazol, rabeprazol, esomeprazol), y, lo adecuado es que sea a dosis doble: mañana y noche.
En el caso de que, en alguno de los controles endoscópicos, de encuentre displasia se puede eliminar la zona sospechosa mediante técnicas endoscópicas locales.
Pronóstico y controles de los pacientes con esófago de Barrett
Con un tratamiento adecuado, la mayoría de los pacientes con esófago de Barrett tendrán una buena calidad de vida y no desarrollarán complicaciones. Es importante eliminar los factores de riesgo: tabaco, alcohol, obesidad. De hecho, la mayoría de los pacientes con esófago de Barrett largo no fallecen debido a un adenocarcinoma del esófago sino a causas relacionadas con su edad avanzada o sus antecedentes patológicos: bronquitis, cáncer de pulmón, cirrosis, etc. Por tanto, el mensaje fundamental es: NO SE PREOCUPE DEMASIADO Y CUIDESE MUCHO.
En cualquier caso, es importante hacer controles periódicos mediante gastroscopia y toma de biopsias esofágicas. Las recomendaciones realizadas hasta la actualidad son las siguientes: si no existe displasia, vigilancia endoscópica cada 4-5 años; si existe displasia de bajo grado, endoscopia cada 6 meses durante un año y (si persiste) endoscopia anual. Si hay displasia de alto grado hay que quitar la lesión mediante técnicas endoscópicas (también en ciertos casis de displasia de bajo grado). El tratamiento quirúrgico se reserva para casos en que la displasia de lato grado es muy extensa con carcinoma “in situ” o presencia ya de cáncer.
Lo mejor es acudir a un médico especialista en Aparato Digestivo que sea experto en esófago de Barrett.
