
Dr. Fermín Mearin
Director del Servicio de Aparato Digestivo, Centro Teknon, Barcelona


No es raro que algunos pacientes digan: “Este médico no me ha pedido ninguna prueba, no se ha tomado ningún interés”. Por otra parte, hay médicos que, antes de que el paciente abra la boca, ya le ha pedido una gastroscopia, una colonoscopia y un escáner de cuerpo entero. ¿Es mejor pedir muchas pruebas o pocas? La respuesta lógica, aunque no siempre aplicada es: lo idóneo es pedir las pruebas que sean necesarias.
El ojo clínico
Antes que nada, hay que dejar claro que lo del “antiguo” “ojo clínico” sigue vigente. Escuchar atentamente las molestias que aqueja el enfermo, indagar en sus características, y ahondar en los detalles, continúan siendo los mejores instrumentos para el buen médico. A partir de ahí, el profesional avezado dilucidará que pruebas pueden ser de utilidad para llegar a un diagnóstico certero, basado en una sospecha (o sospechas) firmes. No vale “pedir de todo, a ver qué sale”. Esta actitud, muy extendida en los gastroenterólogos actuales, es poco eficiente, desconcierta al paciente y resulta económicamente desastrosa.
Vamos a pedir de todo y cada poco tiempo
No obstante, he de aceptar que hay gente (me refiero a pacientes) a la que le gusta este tipo de médicos (especialmente en la medicina privada). “Me solicita una gastroscopia y una colonoscopia cada año: me tiene muy bien vigilado”. No se a qué tipo de vigilancia se referirán, será a la bancaria. “Me hace un escáner cada año para quedarnos tranquilos de que no tengo nada malo”. Nada malo, salvo una excesiva e inútil exposición radiológica (supongo).
