
Dr. Fermín Mearin
Director del Servicio de Aparato Digestivo, Centro Teknon, Barcelona

Todos eructamos
Es verdad que todos eructamos. De vez en cuando, después de una buena comida, tras una bebida gaseosa, es normal. También es cierto que, por razones sociales, lo hacemos de una manera discreta y disimulada, aunque en determinadas culturas un “buen eructo” es una demostración de satisfacción y agradecimiento por lo que hemos comido.
El eructo consiste en el paso de gas del esófago a la faringe. ¿Pero de dónde viene ese gas? Si acabamos de tomar una Coca-Cola la respuesta es fácil; y si hace poco que hemos comido (y además deprisa) también lo es. Tan sólo hay que recordar que con cada deglución pasan entre 10 y 25 ml. de aire al estómago.
Por tanto, puede considerase a la eructación como un mecanismo normal para expulsar del estómago el exceso de gas acumulado.
Ya, pero lo mío no es normal
No hay una cifra que diga cuál es el número normal de eructos, y a partir de cuantos es excesivo. Algún estudio se ha dedicado a medir cuantas veces al día eructan los sujetos sanos (sin otras molestias) y puede ser normal hasta 30.
No obstante, hay personas que eructan muchas más veces, con verdaderos “ataques de eructación”, coman o no coman, y sin haber bebido nada con gas. A esto se le llama Síndrome de Eructación, habiendo pacientes que eructan hasta 30 veces por minuto, sin parar, y hasta 15-20 minutos seguidos. Sin duda, como es fácil de entender, estas situaciones alteran mucho la calidad de vida y producen importantes molestias y dificultades sociales.
Cuando esto ya no es normal ¿Por qué pasa?
Si sale gas del estómago o del esófago hacia la faringe y la boca, es que antes ha entrado (esto es de Perogrullo). Por tanto, en líneas generales, al eructo le precede la deglución involuntaria de aire. En ocasiones es por la ingesta de bebidas con gas, pero ese factor ya lo ha eliminado el paciente que nota eructación excesiva. Tampoco suele deberse a la dieta, ya que – al contrario de lo que ocurre en el colon – en es estomago no hay bacterias que fermenten los alimentos y produzcan gas.
Los dos mecanismos fundamentales por los que se produce la eructación son: por succión de aire o por empuje de aire. En el primero, la contracción del diafragma aumenta la presión negativa en la cavidad torácica y el esófago, con la subsecuente relajación del esfínter esofágico superior, con el resultado de entrada de aire en el esófago seguido por su inmediata expulsión. El segundo mecanismo, presente en solo una minoría de pacientes, consiste en la contracción simultánea de los músculos de la base de la lengua y de la faringe, lo que induce la entrada del aire.

En otras ocasiones se trata de una verdadera aerofagia (deglución de aire), en la que el paciente adquiere como hábito (como un tic) tragar aire para aliviar la sensación de aire retenido en el esófago; rara vez el eructo consigue aliviar esta molestia, y se mantiene un comportamiento estereotipado de deglución/expulsión de aire que puede durar mucho tiempo.
Cuando el aire proviene del esófago se habla de eructo supragástrico y cuando viene del estómago de eructo gástrico. La eructación sólo a veces se asocia a enfermedad por reflujo gastroesofágico (ERGE), si bien es cierto que, con frecuencia, tras el eructo viene algo de ácido refluído.
¿La eructación excesiva se asocia a algún otro trastorno?
Los Síndromes de Eructación forman parte de los Trastornos Funcionales Digestivos y, por tanto, con frecuencia se asocian a la Dispepsia Funcional y al Síndrome de Intestino Irritable (ver información correspondiente). Rara vez los eructos son la consecuencia de una causa anatómica como la hernia de hiato.
En muchas ocasiones están favorecidos por factores emocionales y psicológicos. De hecho, la mayoría de los pacientes eructan menos cuando están distraídos realizando alguna actividad que precisa concentración.
Diagnóstico
El diagnóstico de Síndrome de Eructación es fácil: un paciente que eructa de manera excesiva. Sin embargo, muchos médicos lo desconocen o le dan poca importancia. Es frecuente que, incluso los especialistas en Aparato Digestivo lo ignoren, lo minimicen o lo confundan con reflujo gastroesofágico.
En ocasiones, para confirmar el diagnóstico, es útil realizar una impedanciometría gastroesofágica de 24 horas. Mediante esta técnica se observa de manera continua la dinámicas de gases y fluidos en el esófago: el aire que entra, el aire que sale, si hay reflujo o no, etc. De esta forma se puede comprobar cómo, cuándo y de qué manera entra el aire que luego se eructa. En los pacientes con eructación a menudo se observan imágenes en formar V (que indican la entrada de gas por el esófago (línea hacia abajo) y su posterior salida hacia la boca (línea hacia arriba)) o W (cuando se produce de manera repetitiva).
Tratamiento
Quizá el aspecto más importante para un adecuado tratamiento del Síndrome de Eructación sea que el médico conozca de manera adecuada el tema y lo sepa explicar al paciente. Los eructos no mejorarán con omeprazol ya que no se trata de reflujo gastroesofágico; si puede mejorar la acidez cuando esta se asocia a los eructos. Tampoco mejora con Aerored, ni con un probiótico ya que el aire proviene de fuera (deglutido/aspirado) y no de la fermentación intestinal.
El médico debe explicar detenidamente al paciente lo que le ocurre, y enseñarle a controlarlo y modificarlo. Mediante reaprendizaje se obtienen resultados positivos hasta en el 80% de los casos.
Existen diversas técnicas para evitar la eructación excesiva. Una de ellas es, con el paciente tumbado en posición supina, hacerle respirar lentamente (aproximadamente 8 respiraciones por minuto) utilizando el diafragma (moviendo el abdomen y no el tórax durante las respiraciones) con la boca abierta para prevenir la deglución. Una vez que este ejercicio se realiza de manera correcta se le enseña a realizarla sentado, y practicarla diariamente en su domicilio. En casa deben realizar los ejercicios con la boca abierta, aunque en público lo hagan de manera entreabierta. Mantener la boca abierta impide la deglución de aire. Así, un truco para controlar un “ataque de eructos” es mantener sujeto en la boca un bolígrafo (o cualquier otro objeto semejante; también puede utilizarse una bombona de butano, pero es más difícil).
No obstante, a veces estos ejercicios no resultan fáciles de realizar cuando se explican sólo de manera teórica. Para hacer más rápido el aprendizaje se puede utilizar un sistema de electromiografía de superficie (semejante al empleado para un electrocardiograma) en el que se registran las contracciones musculares. De este modo el paciente puede observar directamente si contrae el tórax o el abdomen, y si relaja o no el diafragma. Este sistema está disponible en muy pocos Centros, siendo uno de ellos Centro Médico Teknon.
Ciertos medicamentos, como algunas ortopramidas o el baclofeno, pueden ser útiles para aliviar el Síndrome de Rumiación, pero su uso de realizarse bajo el control de un médico especialista.
Además, como es lógico, se deben evitar costumbres o hábitos que favorezcan la ingesta de gas tales como comer demasiado deprisa o masticando poco, respirar por la boca, consumir chicles o caramelos, y fumar. Curiosamente, y a pesar de lo que pudiese parecer, la dieta no es muy importante en la generación de eructos ya que los alimentos no se fermentan en el estómago si no en el colon; por eso, la ingesta excesiva de fibra, en especial de legumbres, favorece las ventosidades pero no los eructos. Lo mismo ocurre con la malabsorción de azúcares (lactosa, fructosa o sorbitol), rara vez involucrados en el Síndrome de Eructación.
