No es un problema grave, pero si “muy pesado”.

Dr. Fermín Mearin
Director del Servicio de Aparato Digestivo, Centro Teknon, Barcelona

Los médicos le llamamos dispepsia
Comer debe ser un acto placentero, pero para ello la digestión debe producirse de forma correcta. El buen funcionamiento del estómago depende de varios órganos y sistemas que deben trabajar de manera coordinada. Tanto el cerebro, el sistema nervioso autónomo, los propios nervios del estómago, diversas hormonas, y los músculos gástricos, están implicados en el correcto vaciado del estómago.
Además, en el proceso de la digestión participan muchos factores: el tipo de comida, el ácido gástrico, los movimientos del estómago, etc. Si alguno de estos factores no es el adecuado se producirán síntomas como pesadez tras una comida normal, hinchazón, saciedad excesiva o acidez. A este tipo de molestias los médicos le llamamos “dispepsia”.
¿Qué es?
La Real Academia Española (RAE) define la dispepsia como “la digestión laboriosa e imperfecta de carácter crónico” (no está mal; durante años los médicos lo hemos hecho bastante peor). Esta definición se basa en que etimológicamente el término dispepsia proviene de las palabras griegas «dys» (malo o difícil) y «pepto» (cocer o digerir). Por lo tanto, su significado estricto sería «mala digestión». No obstante, en la actualidad el término dispepsia se utiliza para referirse a síntomas o grupos de síntomas que no necesariamente se relacionan con el proceso de la digestión.
¿Cuáles son las causas más frecuentes?
Las causas de la dispepsia (o de los síntomas del estómago) son muy diversas. Una úlcera, una gastritis, la infección por Helicobacter pylori o, con mucha menor frecuencia un cáncer, pueden producir alteraciones en la digestión (dispepsia). Otras muchas veces no hay una causa orgánica (no se encuentra ninguna de las enfermedades anteriormente mencionadas) y los resultados de las pruebas (análisis, endoscopia, ecografía) son completamente normales. En estos casos el problema puede deberse a tres causas fundamentales: 1. Que el estómago no se mueve de forma adecuada y no sea capaz de vaciar los alimentos a una velocidad normal; 2. Que el estómago se contraiga en exceso, y no sea capaz de relajarse cuando le llega el alimento; y 3. Que, sin existir ninguna lesión evidente, la sensibilidad gástrica sea excesiva. A estos tres tipos de dispepsia se les engloba dentro del término “dispepsia funcional”, porque el estómago “no funciona bien”.
En el origen de la dispepsia funcional con frecuencia están involucrados factores emocionales. De hecho, se sabe que la ansiedad o el estrés pueden disminuir de manera muy importante los movimientos normales del estómago y producir digestión pesada y dolor.

Otras causas de molestias gástricas
Otras veces el origen de las molestias digestivas está fuera del propio tubo digestivo (son las denominadas dispepsias secundarias), y se deben a la toma de ciertos medicamentos (antiiflamatorios, antidepresivos, antihipertensivos, etc.) o a la existencia de otras enfermedades. Entre estas enfermedades cabe destacar a la diabetes y al hipotiroidismo; en ambos casos los movimientos gástricos y el vaciamiento de estómago pueden alterarse. La depresión grave, por si misma, también puede ser una causa de molestias digestivas, así como diversas enfermedades neurológicas (ej.: la enfermedad de Parkinson).
En la diabetes los problemas ocurren porque los nervios que controlan el funcionamiento del estómago (en especial el nervio vago) se ha dañado; al igual que pueden hacerlo los nervios de otros órganos en pacientes con diabetes complicada. Por otro lado, el propio aumento de la glucosa enlentece el vaciado gástrico al actuar sobre algunas sustancias que se encuentran en las neuronas de la pared del estómago. De tal forma, el aumento excesivo de la glucosa favorece la estimulación de dopamina – una hormona que disminuye los movimientos del estómago – mientras que la acetilcolina o la serotonina favorecen estos movimientos.
En el caso del hipotiroidismo son fundamentalmente los factores hormonales los que afectan de manera negativa la adecuada mecánica gástrica. Recordemos que el tiroides es primordial en el control del metabolismo y el funcionamiento de la mayoría de nuestros órganos. Por tanto, cuando en los pacientes con hipotiroidismo se administran los suplentes hormonales precisos el estómago recupera su actividad normal.
Cuando es el cerebro o los nervios periféricos de control los que están afectados por alguna enfermedad lo que falla es, lógicamente, el control neurológico del tubo digestivo. Esto puede ocurrir en la enfermedad de Parkinson, el Alzheimer o tras una trombosis cerebral. El estómago puede no tener ninguna lesión, pero falla porque no recibe los estímulos adecuados desde el sistema nervioso. Es como si en nuestro ordenador se estropease el disco duro; el teclado no funciona, pero no es un problema del teclado.
¿Es grave?
En la mayoría de lo casos la digestión pesada, u otros síntomas de dispepsia, no suponen un problema grave, pero puede ser muy molesto.
Cuando a la digestión pesada se asocian vómitos, dolor intenso o pérdida de peso es fundamental acudir al médico para realizar un diagnostico preciso y un tratamiento eficaz.
¿Tiene tratamiento?
Hacer una dieta equilibrada, evitando los irritantes (alcohol, café, picantes), las comidas grasas, y la fibra difícil de tritura y digerir (especialmente la cruda; ej.: la lechuga) ayudará al paciente. Además, existen medicamentos que sirven para controlar la acidez del estómago y mejorar los movimientos gástricos. Tener en cuenta los aspectos emocionales, y enfocar la mejor forma de controlar sus efectos adversos sobre el tubo digestivo es también un tema importante en los pacientes con dispepsia. En cualquier caso, si las molestias son frecuentes o intensas lo mejor es consultar a un especialista en aparato digestivo.
La digestión pesada, u otros síntomas similares, hacen que no se pueda disfrutar de la comida de una forma normal. Mejorar la digestión es, sin duda, una manera de mejorar la calidad de vida.
Tratamiento según las alteraciones fisiopatológicas
